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Institucional
Testimonio de vida en jornadas de la SIPAT
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13/08/2013

Julio González Ferreira instó a los funcionarios de Itaipu, paraguayos y brasileños, a cumplir sus funciones observando las reglas de seguridad.

 

Ejemplo por donde se lo mire. Como todo joven que se ilusiona con convertirse en un gran futbolista, se entregó al sacrificio hasta lograr jugar en la Primera División que le valió la convocatoria a la Selección Nacional y su transferencia a la segunda división del fútbol italiano. Allí, para Julio González Ferreira debió superar otro desafío: la discriminación hacia los sudamericanos. En su equipo, el Vicenza, lo tenían marginado hasta que en las Olimpiadas de Atenas, Paraguay eliminó en semifinales a la selección Italiana. A su regreso, fue titular indiscutible de su club, convirtiéndose en uno de los goleados.

Pero su mayor examen de vida, el más difícil, llegó en diciembre del 2005. Camino al aeropuerto de Venecia, Julio quedó dormido al volante y su vehículo impactó contra dos camiones y fue arrastrado por otro automóvil. El atleta que estaba a punto de firmar un multimillonario contrato con el club La Roma quedó atrapado entre los hierros retorcidos, su brazo izquierdo prácticamente arrancado y con un metal incrustado en el rostro.

“Dios me dio una segunda oportunidad. Me dio una nueva vida. Es este testimonio que quiero compartir con todos los amigos de la Itaipu Binacional, esperando que sirva de ejemplo y motivación, por sobre todas las cosas, para tener conciencia de la importancia de la responsabilidad en el trabajo, de la importancia de cuidarse uno mismo”, mencionó durante su intervención en la segunda jornada de la Semana Interna de Prevención de Accidentes de Trabajo (SIPAT 2013).

El Cineteatro Dos Barrageiros, en la margen izquierda, albergó a una buena concurrencia que escuchó atentamente el testimonio del ex futbolista paraguayo.

Después de aquel accidente, Julio nos dio otra lección; la de cómo sobreponerse a una situación tan traumática que significó un cambio radical en su vida. “Un accidente puede ser una oportunidad para hundirse, para deprimirse, como también es una oportunidad para levantarse y encarar la vida con alegría, con optimismo. Es una cuestión de actitud. Pero siempre es mejor evitarlo. El mensaje es más que nada de valorar la vida, de valorar el trabajo que tienen, de asumirlo con mucha responsabilidad, observando las reglas de seguridad, tomando todos los cuidados necesarios. Uno a veces piensa que nunca le podría pasar un accidente, pero no siempre es así. Es importante tomarse todos los cuidados”, añadió.

Julio recuerda que aquella madrugada, recibió una llamada de alguien que le pidió que no fuera al aeropuerto, advirtiéndole que estaba muy cansado y que no estaba en condiciones de manejar. “No escuché la advertencia, me había comprometido en llevar a un compañero hasta el aeropuerto, cuando que podía haberlo llevado el chofer del club. Estaba cansado, igual manejé, fui irresponsable y el resultado está a la vista”, mencionó.

Julio actualmente se desempeña como director técnico de la Escuela de Fútbol “Siembra”, en Cateura y “Zeballos Cue”, en Asunción, tiene a su cargo la formación de 600 niños de escasos recursos que comparten el mismo sueño de todo chico que comienza en ese deporte: el de ser un gran futbolista y llegar a vestir la albirroja. En este proyecto cuenta con el apoyo de uno de los clubes más importantes de Italia, el Inter de Milán.