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Responsabilidad Social
Casa propia, un sueño posible
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22/09/2015

El asentamiento 6 de Enero de Santa Rosa del Aguaray, es el claro ejemplo de la presencia efectiva del Gobierno para cumplir el sueño de la casa propia. Tras 9 años de luchas, de promesas incumplidas y empresas oportunistas que pisotearon la dignidad de los más necesitados, el Gobierno Nacional, en menos de 7 meses entregó 99 viviendas a familias en extrema pobreza.

Familias de escasos recursos del asentamiento 6 de Enero, ubicado en el distrito de Santa Rosa del Aguaray, en el Departamento de San Pedro, después de mucho batallar habían logrado -en el año 2012- la construcción de unas 60 casas por parte de la Senavitat. La obra fue encargada a la empresa Agro Rural, que recibió un poco más de 2.670 millones de guaraníes –como adelanto- para la construcción de las viviendas.

En aquella época fueron hasta la zona, realizaron dos a tres cimientos para luego convertirse en viviendas “fantasmas”. La empresa se borró del mapa, pisoteando el sueño y la dignidad de las humildes familias.

Ya, con el actual Gobierno, el presidente de la República, Horacio Cartes, en una de sus giras por San Pedro, fue hasta el asentamiento, vio la realidad de la gente del lugar e instruyó a la Itaipu Binacional a trabajar conjuntamente con la Senavitat y las FF.AA. Fue así que, en poco más de 7 meses, este 21 de septiembre, el jefe de Estado entregó las 99 viviendas concluidas.

La felicidad de los beneficiarios era indescriptible, en cada familia hay una historia de vida con el mismo denominador común: el sueño de tener la casa propia.

Don Francisco Mareco, con sus 55 años, parece mucho mayor. En su rostro se reflejan años de sacrificios. Sentado bajo la sombra de un árbol y mirando su nuevo hogar construido de material, con baño moderno, agua y luz; al lado de su casa hecha de retazos de maderas, en partes cubiertas con bolsas (de pasacalles) y techo de eternit agujereados, desde el más profundo de su ser exclamó: “¡jamás pensé que antes de mi muerte iba a tener una casa así”!

Este beneficiario es uno de los pobladores originarios del asentamiento 6 de Enero y al ser consultado qué se siente al tener una casa digna, expresó: “ Ya no tendré miedo que ninguna lluvia eche mi rancho". Comentó que en época de frío y lluvia, su precaria vivienda no los protegía como así también en los días de mucho calor.

“En el asentamiento vinieron varios políticos con sus promesas, comieron toda nuestra plata, pero con el presidente Cartes cambió esto. El sí cumplió con nosotros”, comentó don Francisco.
Olvidados

Amalia Alegre – viuda- lleva 9 años viviendo en el asentamiento y comentó que cuando ingresaron en la zona era un monte. “Acá mucho se sufrió, ni agua teníamos al comienzo, fuimos olvidados por el gobierno anterior”, comentó la señora que tiene una buena cantidad de hijos y nietos.

Cuando comenzaron a construirse las primeras casas, fue el inicio de una esperanza, pero al poco tiempo se esfumaron porque la empresa adjudicada jamás volvió por el lugar. Sin embargo, la lucha continuó.

Producto de los nervios por ser engañados y de la propia enfermedad que la aqueja, doña Amalia tuvo un ataque y se cayó sobre el brasero candente. En partes de su cuerpo aún se puede ver las graves heridas de quemaduras. “Pasamos por tantas cosas. Pero ahora por fin ya tenemos una casa, es como que me gané la lotería. Jamás iba a poder comprar una casa así, tan linda”, dijo la beneficiaria.

Nunca tuvo hogar seguro

Antonio Castillo, al igual que los entrevistados anteriores, resaltó la lucha de las familias del asentamiento para lograr tener una casa digna. “Estamos muy contentos porque vamos a tener una casa linda. Es la primera vez en mi vida que voy a tener una casa de material, siempre viví en ranchos. No sé lo que era tener una casa de material”, contó el beneficiario.

Antonio comentó además, que durante la construcción de las viviendas, también hubo fuente de empleo en el asentamiento, ya que los propios beneficiaros trabajaron como albañiles y recibieron una paga por ello.

Cabe recordar que las viviendas fueron construidas en el marco de un acuerdo de cooperación entre la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (SENAVITAT), la Itaipu y el Ejército, institución que cooperó con la mano de obra, a través del Comando de Ingeniería de las Fuerzas Armadas. 

Las obras tuvieron un costo total de 3.286.966.000 de guaraníes, monto que se invirtió en la compra de productos nacionales y adquiridos en la zona de construcción de las viviendas.