El largo periodo de confinamiento acentuó los peligros de la inactividad física en la población paraguaya. Pero ya es hora de salir de la modorra y cambiar el estilo de vida sedentario con la práctica periódica de ejercicios físicos. Una buena capacidad cardiorrespiratoria podría atenuar el proceso proinflamatorio asociado con el empeoramiento del pronóstico en pacientes con COVID-19, señala la Fundación Tesãi.

Estar en buena forma física protege de los factores que parecen estar asociados con un mayor riesgo de hospitalización y mortalidad en pacientes con COVID-19, tales como el exceso de peso corporal, obesidad, diabetes, hipertensión, complicaciones cardiovasculares y enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC).

El síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) es una de las principales causas de muerte secundaria al coronavirus. Esta complicación respiratoria llega a afectar al 17% de los pacientes de la enfermedad por SARS-CoV-2; al 42% de los que requieren hospitalización; y entre el 67% y 85% precisan un seguimiento en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Ventajas del ejercicio

La caminata y los ejercicios aeróbicos presentan una serie de beneficios para el sistema inmunológico. Mejoran la forma y la resistencia física; regulan la presión arterial; aumentan el tono y la fuerza muscular; mejoran la flexibilidad y la movilidad de las articulaciones. Además, reducen el riesgo de sufrir enfermedades crónicas; optimizan el flujo sanguíneo, regulan la hipertensión y la diabetes; a la par de fortalecer el corazón y mejora el funcionamiento de los pulmones.

Las actividades físicas también contribuyen a mantener un buen estado anímico, a la salud cerebral y a la memoria. Hacen que la persona se sienta más feliz; alivia la depresión y ansiedad; proporciona una sensación de euforia al liberar endorfinas y otras sustancias químicas. Por consiguiente, el ejercicio frecuente mejora la autoestima y confianza; disminuye la agresividad, angustia y tristeza; y rebaja la tensión y el estrés.