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Energía
Biocombustible, en Brasil, tiene compromiso social
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21/05/2008

Cuando creó el programa de biocombustible, el gobierno brasileño no se volcó sólo a la producción de energía, sino también a su status social – el cultivo de las fuentes renovables para producción de energía llevaría a rincones distantes la oportunidad de trabajo e ingresos. La alianza entre industria productora de biocombustibles y la agricultura fue tema de La charla del coordinador del Programa Brasileño de Biodiesel, Carlos Cristo, en la apertura de la mesa redonda “Bioenergía – Potenciales y desafíos en la Industria”, durante el Foro Global de Energías Renovables, que prosigue hasta el mediodía de este miércoles, en el Hotel Bourbon, en Foz do Iguaçu. 

     
Para reforzar la cuestión social de los biocombustibles, Cristo citó el caso de Brasil Ecodiesel, una de los mayores productores de biodiésel de Brasil, que cerró un reciente acuerdo de concesión de tierras con el gobierno de Piauí. La empresa invirtió en infraestructura, construyendo casas para 700 familias, escuela para 1500 niños, además de puestos de salud. Estas personas trabajan en el cultivo de la materia prima y tendrán garantizada la titularidad de la tierra después de diez años de trabajo, cuando termina el período de concesión de las áreas para la empresa.

“El proyecto tiene un significado social fantástico”, enfatizó Cristo. Él cree que es importante que las cuestiones sociales pesen en la certificación de las empresas y también en la valorización del producto final. “Es importante mostrar a Europa sobre la preferencia de importar un producto con compromiso social.”

También para Semilda Silveira, jefe de la División de Estudios Climáticos y Energía de la Escuela de Administración e Ingeniería Industrial, de Suecia, el bies social debe prevalecer en toda la escala de producción de la bioenergía. “Tradicionalmente las industrias se vienen preocupando sólo con los productos finales y no con la parte inicial de la producción”, afirmó. Silveira enfocó su presentación en la cuestión del campo, y mostró la situación de la bioenergía en Suecia.

El caso de Suecia es ejemplar. De 1970 a 2005, a pesar del aumento de la calidad de vida de los habitantes, se mantuvo el mismo gasto per capita de energía. “Esto significa que aumentamos la eficiencia energética”, afirmó. Además, con excepción del sector de transportes, todos los otros utilizan predominantemente energías renovables. Un caso único en Europa.

En la visión de Semilda, los países deben compartir tecnología para mejorar la productividad en el campo. En el África Subsahariana, por ejemplo, la producción es de un tercio de la media mundial, lo que hace inviable tanto el cultivo de comida como el de materia prima para los biocombustibles.

Cooperación tecnológica

Inversión en tecnología aumentaría la participación de las energías renovables en las matrices de los países. Para Pradeep Monga, jefe de la Unidad de Energía Renovable y Rural del Onudi, hasta 2020, con el refuerzo tecnológico será posible que las fuentes renovables tengan una participación del 30 al 40% en la matriz energética mundial.

Según él, la mayor parte de la energía consumida por el sector industrial se utiliza para procesos de calentamiento (como en los sectores textiles y de celulosa) – el 80% en procesos que dependen de menos 80 ºC de calentamiento. “Esta energía podría ser suplida por la fuente solar. El restante puede utilizar la biomasa”, dice.

La cooperación entre los países permitiría un avance en la producción de bioenergía, cree Arnaldo Walter, en el Núcleo Interdisciplinario de Investigaciones Energéticas (Nipe), de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp). Con la cooperación Norte Sur hay difusión de conocimiento, permitiendo que los países pobres pasen a producir energía y a desarrollarse y no solamente suministrar materia prima.