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Marcha por la soberanía contó con solidaridad de otros pueblos
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26/04/2011

Una gran multitud acudió a la marcha por la soberanía energética, que se inició con una gran concentración en la plaza de la Paz de Ciudad del Este y concluyó en el Puente de la Amistad, el 26 de abril, en coincidencia con el 38 aniversario de la firma del Tratado de Itaipu.

Fermín Bobadilla, uno de los coordinadores del evento, manifestó que es un emprendimiento de acción ciudadana que se lleva adelante en la lucha por la soberanía nacional y especialmente por la soberanía energética, para sumar apoyo a la iniciativa del gobierno Paraguayo, ante el Brasil.

Explicó que es un esfuerzo de los ciudadanos paraguayos organizados en este espacio de unidad de los trabajadores, de todos los sectores, del campesinado, de los estudiantes y ex obreros de la Itaipu.

El dirigente mencionó que la primera iniciativa del movimiento es la presentación de un anteproyecto de ley al Parlamento en el que se plantea que los recursos que Paraguay reciba, en este caso los 360 millones de dólares anuales, se inviertan directamente en obras sociales y en la reforma agraria.

Mencionó que se aboga también por la construcción de viviendas populares, instalación de agua potable, en el ámbito de educación que se concrete el proyecto de una computadora para cada alumno y el sector de la tercera edad.

“Estamos luchando para juntar 65 mil firmas, a partir de hoy vamos a empezar a recolectar de todos los ciudadanos honestos y patriotas para que acompañen este proyecto de ley a través de la iniciativa popular”, dijo.

Luis Aguayo, otro de los propulsores de la marcha, consideró que existe una gran efervescencia popular en el proceso de lucha por la soberanía energética.

El dirigente campesino, Belarmino Balbuena, calificó de “impresionante la presencia y la presión de los jóvenes, como una manera de alentar este proceso de cambio”.

Alegó que este acto es muy significativo porque se avecina una conquista importante, una conquista de la energía y que esa energía sea fuente generadora de desarrollo en nuestro país.

“Esto va a ser una demostración al mismo presidente de la República de que estamos interesados por el desarrollo de la sociedad y fundamentalmente para que todos los recursos sean transparentados, que la conquista de nuestro pueblo no sea mal utilizada y que no sea fuente de aprovechamiento y de mala utilización en cuestiones electorales”, enfatizó.

Adhesión de los jóvenes

La estudiante Laura Britos, en representación de sus compañeros del Centro Regional de Educación de Ciudad del Este, instó a los jóvenes a hacer honor a la lucha histórica por la independencia y la soberanía, subrayando que el “que no ama a su patria, no puede amar nada”.

Manifestó que el objetivo de este encuentro es bastante claro, en cuanto a la defensa de la soberanía energética. “Los jóvenes nos propusimos luchar y apoyar a nuestra amada patria, defendiendo lo nuestro, nuestro futuro, nuestro progreso”..

Con referencia al Tratado de Itaipu, alegó que “es hora de enfocarnos como socios y los socios se tratan con justicia y es justo que Paraguay sea dueño de la mitad, de la energía o los beneficios, no podemos seguir cruzando los brazos, esperando solo migajas”, agregó.

Taylor Gayoso, estudiante del Centro Nacional de Formación Integral Campesina (CENFIC) de Juan E. Oleary, expresó que es importante esta lucha, “porque como campesino, como paraguayo, tenemos nuestros compromisos y nuestros derechos que muchas veces son pisoteados, no son vistos, que la mayor parte se deja de lado”.

“A través de nuestra presencia nos estamos involucrando para luchar, para defender lo nuestro, el derecho de estudiar, de tener un espacio social, muchos jóvenes de mi escuela venimos para reclamar el estudio para el pueblo campesino”, aseveró.

Comentó que en la escuela agrícola se están formando, gracias a las organizaciones campesinas, a los jóvenes más carenciados económicamente, como técnicos agropecuarios, quienes hoy entienden su deber cívico de integrarse a las iniciativas del pueblo en pos de la recuperación de la soberanía.

Fabio Ortíz, estudiante del Colegio Área 1 de Ciudad del Este, comentó, que si uno es paraguayo siente lo que sucede en el país, siente la tristeza que sienten los otros compatriotas, porque algunos que tienen, quieren más y los que no tienen, quieren por lo menos algo.

“Desde los 11 o 12 años estoy enterado sobre el Tratado de Itaipu, quiero salir adelante en mi país y no en otro, se tendría que aprovechar los recursos en la educación, por lo menos un 90 por ciento”. El joven manifestó que es injusto que en un país con tantos recursos, tantos niños y jóvenes deben quedar huérfanos por falta de trabajo y oportunidades.

Solidaridad internacional con la causa

Dirigentes sociales de Brasil Argentina y Ecuador, participaron de la marcha, quienes manifestaron la solidaridad fraterna con la causa paraguaya y los deseos compartidos de integración latinoamericana.

En representación de los sectores sociales de la Argentina, habló Pablo Herrero Sarastro, del Movimiento “Jubileo Sur”, quien reclamó al gobierno de su país, específicamente, que ponga a disposición todas las medidas para que se renegocie en causas justas la represa de Yacyreta.

“No puede ser que se siga reclamando al pueblo paraguayo una deuda que no existe, no hay una deuda que se deba pagar porque ha sido contraída por las oligarquías de nuestros países”, indicó.

Resaltó que el pueblo paraguayo no debe pagar una deuda injusta con la desocupación, con el hambre, la falta de salud y educación, de viviendas y de tierra. “A seguir luchando juntos entre los pueblos porque estamos construyendo la verdadera integración”, señaló.

Por su parte, Wildemar Da Silva, dirigente del Movimiento Sin Tierra del Brasil, defendió el derecho de igualdad en la distribución de la gran riqueza del río Paraná.

Manifestó además que en Brasil han conformado una comisión para encauzar la solidaridad y la unión entre los pueblos paraguayo y brasileño. “Venimos a manifestar que estamos juntos en la lucha por la recuperación de esa riqueza, para que sea distribuida a los sectores sociales más pobres de ambos países”, dijo.

Abogó también por la integración no solamente económica, sino social y cultural latinoamericana y el intercambio de experiencias del pueblo trabajador, para construir juntos el progreso enfocado en la salud, la educación, con un manejo a favor de los pueblos.

La historia

El tratado entre la República del Paraguay y la República Federativa del Brasil para el aprovechamiento hidroeléctrico de los recursos hidráulicos del río Paraná, fue firmado el 26 de abril de 1973, en la ciudad de Brasilia, Brasil.

Cuando el Tratado de Itaipu estaba siendo estudiado por el Parlamento del Paraguay, luego de la firma, varias voces se alzaron para solicitar la revisión de sus cláusulas. Entres las posturas disidentes, se destacaron las diversas organizaciones políticas y el Colegio de Abogados del Paraguay. Igualmente, organizaciones juveniles y los Centros de Estudiantes de las Facultades de Medicina e Ingeniería, ambas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), encabezaron movilizaciones en oposición a los términos del Tratado.

En 1977 se generó un gran debate. El 1 de abril, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción organizó un debate televisivo sobre el cambio de la frecuencia eléctrica paraguaya de 50 a 60 ciclos, propuesto por el Gobierno del General Alfredo Stroessner. Enzo Debernardi, el entonces Presidente de la ANDE y Director General Adjunto de Itaipu, fue interpelado sobre los detalles del emprendimiento que acaparaba la atención de todo el país. Al debate asistieron más de mil personas, entre ellas, destacadas personalidades de diferentes sectores sociales, económicos y políticos. Tres meses después, Stroessner firmó un decreto que dejaba sin efecto todo lo planteado, marcando un episodio histórico como un claro triunfo de la voluntad popular por la defensa de la soberanía nacional.

A 38 años de la firma del Tratado de Itaipu, con el Acuerdo del 25 de Julio y sus esfuerzos diplomáticos, Paraguay pretende resolver las consecuencias del Tratado de Itaipu, pero en un marco de integración de los pueblos.